El pensamiento social de los insurgentes fue muy variada, los insurgentes eran hombres y mujeres de muchas regiones, edades, oficios y clases sociales, es fácil imaginar que también tenían ideas muy diversas acerca del mundo que deseaban construir y cómo hacerlo. Las diferencias eran resultado de la diversidad social y cultural de quienes participaron en la lucha, así como de la intensidad con que la guerra afectó a los diversos grupos.
Pensamiento de los insurgentes
Por otra parte, es muy difícil saber con exactitud qué clase de sociedad imaginaban los insurgentes por una sencilla razón: la mayoría de ellos no sabían escribir y de sus ideas sólo nos quedan rastros bastante vagos e imprecisos. Además, es probable que los pocos que sabían escribir y lo hicieron casi nunca representaron el pensamiento del resto. A pesar de ello, si combinamos las palabras de los insurgentes escritores con lo que otros —realistas y neutrales— escribieron del comportamiento de los rebeldes, es posible tener una idea aproximada de lo que pensaban acerca de la sociedad quienes combatieron al gobierno virreinal.
Propuestas sociales
Así, una de las propuestas sociales más importantes que al parecer tenían los insurgentes era acabar con las distinciones étnicas y políticas a partir de las cuales se organizaba la sociedad novohispana; esto es, terminar con las corporaciones, las cuales representaban la desigualdad formal que existía entre los habitantes de Nueva España. Desde 1808, por ejemplo, los criollos se habían manifestado contra los privilegios que recibían los españoles nacidos en Europa por ese solo hecho.
Poco después del inicio de la guerra, en 1810 se tomaron dos decisiones todavía más importantes:
Abolición de tributos de los indios y pardos
Primero, el gobierno virreinal abolió el tributo que pagaban los indios y los llamados pardos (o sea, quienes tenían antepasados africanos).
Abolición de la esclavitud
Y poco después el gobierno insurgente de Hidalgo abolió la esclavitud.
En conjunto, estas medidas modificaron de manera radical y duradera el modo en que la gente podía reconocerse entre sí.
Aunque ninguna de estas medidas garantizó la igualdad social, es un hecho que obligó pensar de manera distinta. Ese impulso en favor de la igualdad explica en parte por qué muchos de los dirigentes de la revolución tenían antepasados africanos (como Vicente Guerrero y quizá también Morelos) o indígenas (como Albino García y Guadalupe Victoria), pero también que los principales comandantes realistas (como Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna) fueran criollos de nacimiento.
Propuestas sobre la propiedad y la riqueza
Los insurgentes imaginaban una nueva forma de organizar la propiedad y la riqueza. Por ejemplo, los insurgentes del Bajío, que antes de 1810 rentaban sus tierras a las haciendas comerciales y vivían expuestos a que sus ganancias dependieran de las variaciones del mercado, aprovecharon la guerra civil para apropiarse parcelas que cultivaron para sí mismos, convirtiéndose en rancheros independientes. Por otra parte, en un pasaje muy famoso de los Sentimientos de la Nación, documento que Morelos presentó al congreso insurgente en septiembre de 1813, expresó su deseo de que el gobierno del nuevo país hiciera lo posible para «moderar la opulencia y la indigencia», lo que significaba reducir la desigualdad entre ricos y pobres. Cada paso que se dio fue un hito para la independencia de México.
