El desarrollo urbano de las ciudades conquistadas fue evolucionando. Después de la victoria militar se inició la ocupación española de algunas partes de los territorios americanos.
Desarrollo urbano
Primero ocurrió en los centros urbanos indígenas, como en México-Tenochtitlan, donde se aprovecharon la traza y los materiales con que estaban hechos sus edificios para construir encima los de la nueva ciudad. En casos como en el actual estado de Puebla, las ciudades españolas se hicieron muy cerca de los centros urbanos y ceremoniales, como en Cholula. En otras partes se adaptó el modelo español al originario, como en algunas ciudades que hoy conocemos como Querétaro, Morelia o Mérida.
Patrón de construcción de las ciudades
La traza de las ciudades novohispanas siguió un patrón similar basado en el diseño que Hernán Cortés encomendó a Alonso García Bravo para la ciudad de México: un trazo reticular (de calles horizontales y verticales) con una plaza mayor al centro. Alrededor de ésta se disponían los edificios principales, como las casas reales y la iglesia.
Las plazas
La plaza central también sirvió de eje para dividir las ciudades en varias partes hacia los cuatro puntos cardinales. En cada una de estas partes se edificaban una plaza menor y su iglesia. En los casos en que las ciudades colindaban con población indígena, sus barrios se encontraban a las afueras con una traza irregular.
En las plazas también hubo lugar para la picota, donde eran ajusticiados los condenados por la ley. En algunas de ellas también se ubicaron los mercados principales y, de manera provisional, centros de diversión, como las corridas de toros.
Confluencia de pobladores
A pesar de los intentos de los peninsulares de tener una ciudad protegida de la incursión de los distintos grupos sociales de Nueva España, el espacio urbano se convirtió en el lugar natural de la confluencia de criollos, españoles, mestizos, indios y esclavos. Cabe decir que la relación entre ellos no siempre fue cordial; en realidad, la tensión entre los diversos grupos de mestizajes —como las castas— y los blancos fue constante.
Por su parte, a partir del siglo XVI en los lugares donde no existían centros urbanos prehispánicos, como en los estados del norte de México, se construyeron ciudades a partir de cero, conservando las características antes señaladas.